Estadísticas deshonestas (I): Juegos Salvados
El juego de béisbol supera cualquier creación estadística y la hace continuar hacia la transformación
Cada miércoles dedicaré un espacio a la sabermetría. Comenzaremos con la serie de Estadísticas Deshonestas.
Espero que la disfruten. Dejen sus comentarios al final o escríbanme sus sugerencias y opiniones a francysromeroboletin@gmail.com.
En su libro “Smart Baseball” el ahora escritor y analista de The Athletic, Keith Law, realiza un bosquejo sobre las estadísticas del béisbol en tiempos modernos. En el recorrido que hace sobre las llamadas estadísticas deshonestas, el “juego salvado” es una que —irónicamente— no se salva.
Vale aclarar que el término de “estadística deshonesta” nació con el general manager St. Louis Cardinals y Brooklyn Dodgers, Branch Rickey, más conocido por haber sido quien ofreció el primer contrato de MLB a Jackie Robinson.
Primero, pensemos en la idea de tener a tu cerrador estrella —supuestamente tu “lanzador más dominante”— para solo ser utilizado cuando tienes ventaja en el marcador. Si un lanzador retira en el 8vo inning a 3º-4º-5º en la tanda rival y luego el cerrador supera al fondo del lineup en el último capítulo ¿Quién sería realmente el salvador de ese juego?
Otro caso: un partido de postemporada se va a extrainninngs y no traes a tu cerrador porque esperabas ponerte en ventaja y que este salvara el encuentro. Eso sucedió en 2016, en el juego de comodines entre Toronto Blue Jays y Baltimore Orioles. Los fanáticos de Baltimore esperaron a que Buck Showalter trajera a su cerrador estrella Zach Britton, pero antes Edwin Encarnación desapareció una pelota a Ubaldo Jiménez y todo concluyó.
Como casi todas las creaciones, las estadísticas son especies de leyes o constituciones que el tiempo envejece. Las transforma constantemente. Las obliga a reinventarse. Pero eso no ha sucedido con la estadística de los Juegos Salvados desde que surgió, en 1959, con el escritor y reportero Jerome Holtzman. Hasta 1969 no se hizo estadística oficial, primera desde el RBI en 1920.
Aunque Law no lo hace en su libro, vale reconocerlo: para la época en que fue concebida, esta creación de Holtzman fue un descubrimiento valioso. No solo porque la figura del relevista era considerada la misma que el vendedor de refrescos del estadio, sino porque alcanzó, con el paso de los años, un valor que ha ido remodelando el juego, al punto de que hay relevistas que lanzan un inning por día y su salario es hasta 5 veces mayor que el de abridores que tiran 5 o 6 entradas.
Sistemas de analíticas del juego como Baseball Info Solutions, creado por Bill James, han ahondado en el tema de los juegos salvados y su contexto. Han dividido las “situaciones de salvamento” en:
fáciles (3 carreras de diferencia), normales (2 carreras de diferencia) y difíciles (1 carrera de diferencia). Por ejemplo:
Cody Allen, que tuvo en 2014 una efectividad de 2.07 con 11-11 salvados en situaciones fáciles, registró 9-13 en normales y 4-4 en difíciles
Liam Hendricks: 14-14 (fáciles) en 2019, 9-13 (normales) y 2-5 (difíciles)
La hipótesis central del “salvamento” no puede ser que los mejores relevistas sean los que más salvan. Ni que aquellos que lanzan el último inning son los más indispensables. Como cada métrica que no se halla en revisión, los “juegos salvados” han creado una ilusión inexistente.
Y quizás sea ese espejismo el que hace fallar en su trabajo a las personas que intervienen desde las oficinas de Operaciones del Béisbol (esto es, firmar jugadores) en muchas franquicias y hasta a los fanáticos que apuestan en su Fantasy.
Por ejemplo, la plataforma Arbitration Projection, creada por la web MLB Trade Rumors, estima que un cerrador que salvó 20 juegos en su más reciente temporada podría ganar 1.8 millones extra en arbitraje. Wade Davis fue quizás el mejor pitcher de bullpen entre 2014 y 2015 en todo el béisbol, único con dos años consecutivos de 1.00 de efectividad o menos (con 150 innings o más) y salvó 20 partidos uniendo esas dos campañas. Esto no lo hizo tan valioso como salvar 32 partidos en 2017 con Chicago Cubs y que los Rockies le dieran 52 millones por 3 años para terminar en sus dos últimos perdiendo el puesto de cerrador con 8.65 ERA (2019) y 20.77 ERA (2020).
Aún en 2021, existe más valor en los líderes de “juegos salvados” que en aquellos que destacan en carreras heredadas u otros apartados. Casos como los de Andrew Chafin, relevista zurdo de Chicago Cubs, quien encontró en 2019 con los D-Backs a 53 corredores en posición de anotar y sólo permitió 6 carreras, o Nick Wittgren, de los Indians, que de 26 corredores heredados sólo permitió 2 carreras.
Muchos lanzadores salvan juegos todos los días, es cierto. Pero salir cada jornada en el séptimo y anotarse un hold, o subir al montículo casi siempre con corredores en base son rutinas que merecen tanto o más reconocimiento que las de los cerradores.
Varias organizaciones (Braves, Athletics, Rays) han entendido que la naturaleza de cerrar un juego de béisbol no es que los últimos outs son los más importantes, sino que son “los últimos outs”. En cambio, se han movido hacia un análisis del contexto y emplean lo que llaman closer by comitee o cerrador por comité.
Se trata de una estrategia a través de la cual, llegado el noveno inning, se decide cuál es el lanzador más adecuado entre los relevistas, atendiendo al contexto en que vendrá a lanzar. Por ejemplo, si los próximos tres bateadores son zurdos vendrá un lanzador zurdo, o se analiza cuál de los pitchers disponibles tiene mejores métricas frente a los rivales de turno.
Es necesario aclarar que el cerrador por comité no es una novedad en MLB, pues desde principios de la década pasada ya se comenzó a experimentar con la idea. También, debemos entender que hasta ahora, se trata de un recurso al cual se han acogido por lo general equipos de bajo poder salarial que, al no poder contar con un cerrador estrella, sustituyen ese valor —estadístico y de mercado— por el de un comité de relevistas.
El juego de béisbol supera cualquier creación estadística y la hace continuar hacia la transformación, abandonando así la definición de elementos tradicionales. El próximo miércoles revisaremos otra de estas estadísticas deshonestas, pero en ofensiva.
Hasta entonces.