Estadísticas deshonestas (III): los juegos ganados
Las cosas no han cambiado tanto como uno creería, al menos no a la misma velocidad en la que ha pasado el tiempo
Otra de las estadísticas que durante mucho tiempo condujeron a conclusiones erróneas dentro del mundo del béisbol es la de los juegos ganados. No sólo para fanáticos o aficionados más calmados, sino además para dirigentes de organizaciones de Grandes Ligas o del juego en general.
Es por eso que un lanzador de 2.60 de efectividad en una temporada regular con marca de 12-13, podría ser menos valioso al ojo humano que uno de 15-10, 3.70 de efectividad, aunque este último haya aportado menos en términos reales de carreras.
Por los siglos de los siglos, batear ha sido la sincronización y lanzar la desincronización. Lo de los lanzadores, en atributo, es romper un movimiento equilibrado y desfasarlo con engaños o adelantos mentales.
Desde que se entregan los premios Cy Young (comenzó en 1956, pero a partir de 1967 se otorga un premio al mejor lanzador de cada liga) la perspectiva esencial para que un lanzador fuera considerado para el galardón era la de los juegos ganados. Por ejemplo, en 1967, Jim Longborg de Boston Red Sox ganó el Cy Young con 22-9, 3.16 ERA por encima de Joe Horlen 19-7, 2.06 ERA. Longborg permitió 37 carreras limpias más en comparación con Horlen, que lideró la efectividad de la Liga Americana y además lo superaba en ERA ajustada, WHIP y average del oponente.
Navegando en el tiempo tenemos decenas de casos, pero volvamos a detenernos, esta vez en 1980 y con el perdón de Steve Stone, ahora narrador de los Chicago White Sox para NBC. Stone ganó el Cy Young de la Liga Americana lanzando para Baltimore Orioles en 1980 con 25-7, 3.23 ERA. El único apartado que lideró fue el de las victorias. Sin embargo, su candidato más cercano, el nacido en San Francisco y lanzador derecho de los Atléticos de Oakland, Mike Norris, lo aventajó con 34 innings más, en ERA (2.53), ponches (180), WHIP (1.04) y average del oponente. La desventaja de Norris es que había terminado con récord de 22-9 comparado con el 25-7 de Stone.
Los cosas no cambiaron mucho en los años ochenta, pese a la “Fernandomanía”, Dwight Gooden, los inicios de Roger Clemens y el “Bulldog” Orel Hershiser.
En el año 1990 —y este ejemplo lo expone Keith Law en su libro Smart Baseball— dos lanzadores del mismo equipo, Bob Welch y Dave Stewart, se vieron las caras en el Cy Young. Ambos vestían los colores de los Atléticos de Oakland, pero resulta que en lo que Welch ganó 27 partidos, Stewart tiró 29 innings más (267) y permitió seis carreras menos y la efectividad 2.56 vs. 2.95 también lo rebasaba. Pero, (siempre hay un pero…) ganó solo 22 encuentros. Stewart recibió 43 puntos en las boletas y Welch 107.
Incluso, Roger Clemens, que terminó con 21-6 y 1.93 ERA, tampoco pudo vencer a Welch, y según las métricas avanzadas como el WAR (Victorias sobre el reemplazo), esa temporada de Clemens clasifica como una de las 10 mejores de los últimos 50 años.
Ok, llegado el punto en que muchos critican a los votantes de esta época el guiarse por las estadísticas modernas, vale decir que aún existen disímiles mentes que confían en el número de juegos ganados como en las alarmas de sus casas.
En términos de valor en el mercado, los juegos ganados hicieron su daño irreparable también, como casi todas las nociones erróneas que trascienden épocas.
Willie Blair lanzó para 16-8, 4.17 ERA en 1997 con Detroit Tigers y los Diamondbacks le dieron 11.5 M por 3 años. Resultado: 4-15, 5.34.
Russ Ortiz lanzó para 21-9, 3.81 ERA y 15-9, 4.13 ERA con Atlanta Braves entre 2003 y 2004, liderando el apartado de boletos (214 entre las dos campañas). Los Diamondbacks desobedecieron este último dato y le dieron 33 M por 4 años. Resultado: 6.89 ERA en 2005 y despedido en junio de 2006.
Shawn Estés tuvo una compleja temporada en 2004 con Colorado Rockies de 15-8, 5.01 ERA, además de 100 boletos y líder de carreras permitidas en la Liga Nacional con 133. Los Diamondbacks le dieron 2.5 M por un año. Resultado: Estés no lanzó tan mal en 2005, digamos, fue nivel promedio con 7-8, 4.80 ERA.
La valorización de la victoria ha descendido, obviamente, en la actualidad. En una reciente conferencia de prensa con los Miami Marlins, el derecho venezolano Pablo López explicó que ya las victorias y las derrotas no importaban tanto. Las organizaciones están enfocadas en otras métricas, al parecer, cansadas de tantos y tantos años de votos de confianza a las estadísticas antiguas.
La esencia del juego ganado, ese que se le apunta al lanzador, radica en que es una estructura de medición en la que participan muchas partes y que, nuevamente, vemos como representa un error simplificarla. Digamos que en una victoria contabilizada, un lanzador X recibe la ayuda de una defensiva de jardineros que salvan 4 extrabases por juego, lo que se traduce en dos carreras y al final tendríamos 30 por temporada. Ese lanzador se va a otra ciudad con otros jardineros, esta vez algo mediocres, y aquellos batazos que caían en el guante ahora van hasta el final del terreno.
Es una de las explicaciones de algoritmos interminables que suceden en los juegos ganados y donde la estadística moderna encontró patrones de búsqueda más particulares como el % de contactos fuertes que genera un lanzador, el pitcheo independiente del fildeo o los strikes de calidad. Un razonamiento en el que intervengan factores menos aislados y más especializados entre pitcher y bateador.
En el año 2010, las Grandes Ligas vieron como Félix Hernández se llevaba el Cy Young de la Liga Americana con 13-12, 2.27 de efectividad, por encima de David Price (19-6, 2.72) o C.C. Sabathia (21-7, 3.18). Existió, al menos, un cambio de mentalidad y reconocimiento en los votantes.
El lanzador Salón de la Fama, Bert Byleven, expresó que eran muy pocas victorias las del “King Félix” como para merecer un Cy Young. También llamó a la estadísticas avanzadas “cybermetrics”.
Las cosas no han cambiado tanto como uno creería, al menos no a la misma velocidad en la que ha pasado el tiempo. La dictadura o tiranía que imponen las estadísticas tradicionales ha aprisionado a disímiles mentes que aún no logran salir de la celda, ni siquiera teniendo ya las puertas abiertas.
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Y qué me dices de las +20 victorias de Barry Zito en 2002 que lo llevaron a San Francisco Giants por un contrato multianual??
Al menos Zito pagó con salidas inolvidables en la histórica Serie Mundial de 2012...2012!!